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Esta misiva está lamentablemente vencida y que conozco desde hace tres semanas, cuatro días y nueve horas y media. El problema es que estoy en algún lugar entre sardónico y descarado en estos días, mi defecto cada vez que la vida arroja una serie demasiado extendida de bolas curvas suaves. Nada importante. Solo el estancamiento que viene con una lista de tareas pendientes que tiene más que tiempo para hacerlo y la incapacidad de sacudirse la plaga generacional de tratar de hacer alarde de una capa de héroe para que todo sea perfecto. Lo que sea. ¡Funciona! A veces. Siempre y cuando todos se adhieran al (mi) plan.

Pero aquí está el trato. Ya no me gusta el plan. Es aburrido y repetitivo. Hay un sentido constante de urgencia: llenar el papeleo para las actividades de la próxima temporada, planificar las vacaciones a dos meses de distancia, ajustar el presupuesto para fin de año. Es demasiado ay de mí cuando no hay un verdadero ay para mí. La vida está llena, las opciones son confusas, las cosas simplemente suceden, a veces duele, a veces es aburrido. A menudo es simplemente una tontería.

¿Sabes lo que sería divertido? Si fuera verano. Si fuera verano, llevaría mi traje de baño en el coche, una toalla de playa entre yo y el asiento de cuero caliente, la correa del cinturón de seguridad golpeando contra mi hombro desnudo, el aire acondicionado a todo volumen, mezclándose con el viento cálido de las cuatro ventanas abiertas. Si fuera verano, nos amontonaríamos en el camino de regreso del camión, dejaríamos el portón trasero hacia abajo, ocho patas desnudas colgando listas para saltar tan pronto como lleguemos al puesto de helados. Si fuera verano, me sentaría picando la nariz mientras el ventilador oscilante soplaba una brizna perdida de cabello en mi cara, pero estaría demasiado absorto en mi pollito iluminado para meterlo detrás de mi oreja. Si fuera verano, sería luz apagada hasta casi las nueve, los rayos del sol cambiando por el brillo de estrellas y relámpagos, pies arenosos, aire cálido, viento susurrante, olores dulces, música suave … silencio.

Ojalá fuera verano. Entonces tal vez dejaría el plan a un lado y jugaría. Tal vez me superaría a mí mismo. Tal vez, en el crepúsculo duradero, me sentaría en silencio sosteniendo la mano de un ser querido y no hablaría en absoluto. Y estaríamos bien, juntos. Y lo desearía para todo el mundo; la bondad que puede traer el dulce verano. Su respiro y liberación y alivio. Ojalá fuera verano…

Silencio
Allison